NO SOY MONEDITA DE ORO, PERO SÍ HONESTA: BLANCA ROSA ÁLVAREZ DE CUELLAR

"No Quiero Pleitesía, Quiero que se Respete la Honestidad y Transparencia de AMMJE"


Por Alberto Barrios



Blanca Rosa Alvarez de Cuellar, a sus 85 años de edad, reconoce que no es una mujer de carácter suave, sino firme y enérgico, porque “así tenemos que ser las empresarias, no podemos ser de otra manera”, pero igualmente dice que no pretende que le rindan pleitesía las actuales dirigentes de la AMMJE –a la que ya les retiró el permiso concedido para utilizar el nombre AMMJE, marca registrada ante el IMPI-, sino que actúen de acuerdo a los principios de honestidad y transparencia del organismo.

Inmersa en la que sabe será “mi última lucha antes de retirarme de este mundo”, Blanca Rosa Álvarez de Cuellar reitera que para la próxima asamblea nacional a celebrarse en Cozumel el próximo año, las mujeres empresarias no podrán utilizar el nombre de AMMJE, porque “les envié un comunicado a todas las presidentas de las delegaciones AMMJE informándoles que les he retirado legalmente la autorización para utilizar el nombre que tengo registrado en el IMPI hace ya varios años. Podían hacerlo porque les di un permiso, pero ya no lo tienen.”
Blanca Rosa Alvarez de Cuella, empresa inmobiliaria, ha sido Vicepresidenta Mundial de la Federación de Mujeres Empresarias, cargo con el cual recorrió toda América Latina impulsando a las empresarias de países no afiliados a que se organizaran con el objetivo de constituir sus propias instituciones empresariales. Visitó Panamá, Caracas, Lima, Buenos Aires, Sao Paol y Río de Janeiro; también viajó a Nueva York, Washinton y Houston con la misma intención, así como a Scheveningen, Holanda, en donde fue celebrada una de las asambleas mundiales de las mujeres empresarias.

“Y lo hice con mi propio dinero, sin pedirle ayuda a ningún gobierno”, precisa con orgullo Blanca Rosa Álvarez en plática telefónica con este reportero de La Voz de Quintana Roo, a quien agradece “permitirme exhibir a estas bribonas que se han apropiado de la AMMJE”.

Calificada en algún momento de su vida profesional como una de las mujeres más influyentes de América Latina, dado que en aquellos años era raro encontrar a una elegante y bella dama al frente de un corporativo empresarial - en ese momento, Biochemie Esthetique, en Lomas de Chapultepec-, atrás del éxito de Blanca Rosa Álvarez de Cuellar está la historia de una joven que fue huérfana a los 17 años, pero con una educación sólida, muy realista, en busca del éxito y, principalmente, de su propia independencia.
Su primer negocio fue una comercializadora de cremas batidas, que en esos años, 1946, era un campo inexplotado en México. Con un capital estimado en unos cuantos miles de pesos, sin experiencia, y armada solo con el entusiasmo y la confianza en uno de sus productos, una desconocida pero sabrosa crema italiana llamada Chantilly, nació su primera empresa. Cuatro años después, su empresa contaba con un inventario valuado en cientos de miles de pesos, cinco puntos de venta y un producto conocido por gran parte de la población. Pero la vida juega extrañas jugadas y en pleno éxito empresarial se casó con un empresario igualmente exitoso, pero al dejar la empresa de cremas batidas, ésta se desplomó en manos de sus sucesores.

El reto de ser ama de casa modelo y madre fue conquistado fácilmente, como lo demuestran sus dos hermosos hijos, pero nuevamente tuvo la inquietud de retornar al mundo empresarial. Con una diferencia: tenía el capital, experiencia y personal capacitado, por lo que regresó con un nuevo producto al negocio de las cremas comestibles: Yom Yom. Su matrimonio le dio la oportunidad de viajar y gracias a su encanto personal entablar sólidas amistades con personajes clave en el mundo. Un conflicto de personalidad, que a veces es inevitable en un matrimonio entre dos personas dinámicas, provocó un divorcio y por su propia insistencia de Yom Yom, en ese momento convertido en un negocio de millones de dólares, junto con joyas y regalos, fueron devueltos a su esposo.

Entonces, vinieron tiempo de decisiones. Sin capital y con dos hijos que mantener no se arredró. Ya había tenido dos negocios exitosos. Por consiguiente, se dedicó a buscar algo nuevo, un negocio en el que su personalidad podría convertirse en un activo. Se decidió por el negocio de la belleza. Consiguió créditos, investigó sobre lo más adelantado en tratamientos europeos de cosmetología de belleza y abrió Biochemie Esthetique, en Lomas de Chapultepec que rápidamente se convirtió en un éxito, con más de 200 empleados. En su momento, el objetivo fue convertir a México en el más importante centro de belleza en toda Latinoamérica.

Después se diversificó. Constituyó diversas empresas hasta que llegó a Brarsa, una empresa inmobiliaria que ella personalmente ha manejado los últimos años. Las otras se las ha entregado a sus hijos.
“Todas mis empresas han sido un éxito”, afirma muy orgullosa. “Esta, Brarsa, es la única que conservo, porque las que tenía de productos cosméticos y farmacéuticos se las he cedido a mis hijos. Yo estoy plenamente convencida de que mi triunfo en los negocios se debe, en gran medida, a que tuve un padre sensacional y una madre que era una empresaria innata. Recuerdo que mientras mi padre recorría México vendiendo hornos y estufas eléctricas –antes que el gas se comercializara -, mi madre se quedaba al frente del taller. Creo que heredé algo de ellos.
También se siente orgullosa de lo que ha hecho en su vida profesional como dirigente de la AMMJE. Recorrió el mundo, conoció a diversas personalidades, como Francisco Franco, Indira Gandhi, Fabiola de Bélgica, Juan Carlos I de España y George Bush.

¿Cómo nació la Asociación Mexicana de Mujeres Jefas de Empresas?
“En 1963 viaje a Europa para asistir a un congreso de cosmetología y allí me enteré de la existencia de la Asociación de Mujeres Jefas de Empresa. Me presentaron a la presidenta y fundadora de dicha asociación, Ivonne E. Foinant, quien concibió la idea de esta agrupación, alarmada por la cantidad de trabas a las que se enfrentaban en Europa las viudas de los empresarios; trabas entre las que figuraban, por ejemplo, la imposibilidad legal para firmar un cheque, y no digamos cualquier otro tipo de transacción.
“La lucha de Ivonne por los derechos de las empresarias tuvo tanto éxito, que en aquel 1963 la Asociación ya se había extendido por varios países del viejo continente y por Canadá. Yo la fundé en México en 1965 y posteriormente fui nombrada vicepresidenta a nivel internacional. Mi misión era lograr que otros países del continente americano se integraran a la asociación incluyendo a Estados Unidos y lo conseguí.

¿Eran escuchadas sus voces?

Claro. Contamos con afiliadas en casi todo el mundo. Tenemos la capacidad. Estamos conscientes de que el ama de casa está limitada a su hogar, a su esposo, a sus hijos, lo cual no deja de ser una vocación preciosa, pero si una mujer tiene capacidad, creatividad e inteligencia es un crimen desperdiciar esas cualidades. Se necesita gente que haga algo por su familia, por su comunidad, por su patria y si una mujer nace con esas facultades hay que aprovecharlas. Una frase muy elocuente de Ivonne E. Foinant decía que el sexo no tiene cerebro, a lo que yo le agregaba que la inteligencia no tiene nacionalidad, con lo cual quiero decir que muchas mujeres inteligentes en el mundo no son escuchadas.”

Usted fue reelecta varias veces en la AMMJE?
“Sí, pero no crea que soy monedita de oro. Tengo mi carácter, soy autoritaria, mandona, pero todos los empresarios somos iguales. Una mujer sin carácter no puede estar al frente de una empresa. La AMMJE fue como un hijo que fue creciendo y que me dio muchas satisfacciones. Bueno, hasta hace algunos años…

¿En un mundo de hombres de negocio, le respetaban a usted?
“Hay que aclarar. La empresaria no lucha contra los hombres. Los empresarios son nuestros amigos y nos respetan. Yo pertenecí al Consejo Coordinador Empresarial y a la Concamin. Fui única mujer en aquellas reuniones y siempre recibí respeto, atenciones, halagos. Nuestros empresarios son hombres civilizados, muy por encima de los estadounidenses, que no solamente nos respetan, sino que nos admiran. Claro, todo depende de que la mujer se haga respetar.

¿Tenía problemas a la hora de mandar a los hombres?
Nosotras como mujeres somos más exigentes que los hombres, pero también somos maternales, por lo que somos más accesibles a los problemas de nuestros colaboradores. Pero tanto el carácter como la educación y los conocimientos son fundamentales para que una mujer pueda conducir su empresa. Quien no tiene conocimiento no puede exigir y quien no tiene carácter no puede dirigir una empresa por pequeña que sea. Tanto nosotras como los hombres de negocio somos indispensables en cualquier cultura, en cualquier nación. Sin nosotros, ningún país puede tener relevancia. Nosotras somos diferentes a las ejecutivas, porque nosotras arriesgamos capital, en cambio las ejecutivas cuelgan el hábito terminando su horario y se van tranquilas a sus casas. Y claro que hay ejecutivas tal vez hasta mejor preparadas que las empresarias. Pero la empresaria se lleva el problema de su negocio a su casa y muchas veces tiene que vender propiedades para pagar salarios. Los empresarios, las empresarias, son héroes que se juegan diariamente su patrimonio.
De ese tamaño era y es la personalidad de Blanca Rosa Álvarez Rodríguez, su nombre de soltera, una dama que ha sido una destacada empresaria, ama de casa, esposa, madre y abuela, ahora inmersa en un conflicto legal con directivas de la AMMJE que “han incumplido los preceptos que dieron origen a esta organización.”













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